Es cuestión de ejemplo

Dar buen ejemplo es sinónimo de compromiso y responsabilidad.

Los trabajadores antiguos lo admitan o no, son líderes, porque tienen experiencia y conocen muy bien su trabajo, lo que hace que los empleados nuevos los consideren como sus guías y les observen continuamente, se fijen cómo trabajan y de ello deduzcan lo que está bien o mal hecho.

Lo anterior implica una gran responsabilidad, ya que se puede hacer el mayor bien o causar el mayor daño gracias al ejemplo que se pueda dar en aspectos de prevención de accidentes. Por lo general, el personal nuevo tiene un poco de miedo cuando empieza a laborar; todo es desconocido, no sabe la forma en que se trabaja en la empresa, y no ha sido alertado lo suficientemente acerca de ciertos peligros, por lo tanto, no está seguro de cómo evitarlos.

Si ven que las otras personas realizan su trabajo con precisión y que al mismo tiempo son altamente precavidos, tratarán de hacer lo mismo, manteniendo un comportamiento seguro. Pero si por el contrario, observan que alguien no da la mínima importancia a la prevención de accidentes y pasa por alto las instrucciones sobre este tema; deducirán que se les ha tratado de inculcar este comportamiento simplemente por cumplir un formalismo y seguramente se imaginarán que ellos pueden actuar de la misma forma sin correr ningún peligro.

Si se dejan de cumplir las normas y de seguir las instrucciones, se estará dando un mal ejemplo, contribuyendo a la generación de accidentes y enfermedades laborales. Muchos trabajadores antiguos piensan que no son guardianes de los nuevos. No obstante, tienen el deber de actuar correctamente en todas las operaciones que realicen, ya que siempre puede haber alguien observándolos y tomándolos como ejemplo. En el mundo en que vivimos, todo lo que hacemos tiene una influencia en aquellos que están alrededor, y cuanto más nos admire y respete una persona, tenemos más obligación de obrar con precaución sabiendo que puede replicar nuestros actos.